viernes, 14 de noviembre de 2025

DE LOS PINOS CENTENARIOS DE HERVÁS: DESDE LA GLORIETA DE SAN ANTÓN A LA PLAZA DE NÁPOLES

DE LOS PINOS CENTENARIOS DE HERVÁS: DESDE LA GLORIETA DE SAN ANTÓN A LA PLAZA DE NÁPOLES


Copyright@2025Pedro Emilio López Calvelo



Se está acercando el final del año 2025 y no debemos olvidarnos de reseñar una circunstancia poco conocida por el común de la población hervasense,  pero digna de ser reseñada: Los Pinos, esto es, el conjunto de árboles de esta especie situados desde la glorieta de San Antón (donde hoy se sitúa la pista de pádel) hasta la plaza de Nápoles (y todo su entorno, perimetrado por la carretera de bajada al Roma, el camino que desde el puente Vallecas llevaba hasta las fábricas textiles y el camino que subía desde éstas hasta el cementerio -una superficie aproximada de 14 hectáreas-) son ya centenarios, ya que su plantación se produjo entre los últimos meses de 1924 y los primeros meses de 1925. Justo es que nos acordemos de este espacio visitado, pero poco estudiado, un tanto olvidado quizá. Debemos advertir, no obstante, que la documentación que tenemos al respecto no es muy abundante, por lo que la entrada tendrá necesariamente, un contenido breve.

Los Pinos de Hervás
Fuente: Elaboración propia sobre Sigpac 


Indicar, igualmente, que no hemos encontrado un documento (acta de pleno, expediente, etc.) en el que se indique el deseo y la causa de esta plantación de pinos, ni el momento exacto en que se inició la plantación, por lo que buena parte de los argumentos que expondremos son hipótesis que hemos desarrollado para intentar encontrar una explicación a la existencia de este interesante espacio verde en la periferia del núcleo urbano construido de Hervás. Lo que sí creemos es que esta plantación de pinos en zona denominada El Lomito se debe unir a un proceso de plantación y repoblación de árboles que llevaba algún tiempo desarrollándose en las zonas periféricas del núcleo urbano de entonces, y que incluía, también, ese amplio espacio conocido como El Robledo.

Como motivos para explicar la plantación de pinos en El Lomito, y de arbolado en general en el Robledo, habría que argumentar, seguramente, causas de tipo económico y social. Pero no, creemos, en el sentido de plantar especies arbóreas de crecimiento rápido para un pronto aprovechamiento económico (los pinos siguen en su sitio cien años después), sino como una forma de proporcionar empleo a los jornaleros del municipio y reducir el paro obrero en periodos de crisis agraria y textil y a falta de otros trabajos estacionales. El Ayuntamiento, entonces, destinaba ciertas partidas de fondos públicos y promovía trabajos de plantación de distintos tipos de árboles en paseos y espacios próximos a la población como medida "anticrisis". Y el paseo que conducía desde la ermita de San Antón hasta la glorieta de Nápoles debía ser un paseo bastante frecuentado por los hervasenses de aquellos tiempos. 

Otro motivo para realizar este proceso de plantaciones de árboles tiene, quizá, una causa sanitaria: desde mediados del siglo XIX preocupaban en los dirigentes de Hervás las zonas húmedas y pantanosas que se desarrollaban por estas afueras de El Robledo, zona colindante a esta de El Lomito, de las que se pensaba que podían contribuir a la transmisión de enfermedades como la tuberculosis (cuyas epidemias eran frecuentes); desecarlas y plantar árboles en la zona para asentar los terrenos desecados contribuiría al saneamiento de la zona.

Y aquí nos surge, además, un tercer motivo que podemos considerar como estético para justificar la plantación de pinos y otros árboles: una mejora paisajística al querer embellecer y sombrear paseos que eran recorridos con frecuencia por la población de Hervás. 

Todos estos trabajos de repoblación y de mejora forestal empleaban, por tanto, mano de obra local en la preparación del terreno, plantación, limpias y mantenimientos posteriores favoreciendo una fuente de ingresos para familias que tenían pocas posibilidades de obtener recursos por otras vías. Además, el Ayuntamiento también recurría a otras formas de proporcionar trabajo a los obreros locales por medio del arreglo y empedrado de calles, limpieza de cauces, construcción de acequias, arreglo de caminos, obras en fuentes, etc. Tanto a lo largo del siglo XIX como durante buena parte del siglo XX las actas de pleno municipal mencionan pagos por la realización de todas estas actividades.


El Robledo Alto de Hervás. Fotografía antigua

Centrándonos en el tema que nos ocupa, y sin remontarnos mucho en los tiempos anteriores a 1925, debemos indicar que ya en enero de 1923, siendo alcalde de Hervás Antonio Pérez López, las actas municipales registran el pago de jornales por la reposición del arbolado en el Robledo, paseo de la Estación y camino de San Andrés, en un intento, como vemos, por mejorar estéticamente los alrededores y las nuevas zonas de crecimiento del casco urbano de Hervás.

En mayo de ese mismo año de 1923 se indica que se va a proceder a la subasta de los pastos del Robledo, pero se especifica que no se deben admitir para el aprovechamiento de estos pastos ganado vacuno, cabrío o de cerda y "que en el caso de que se introduzcan caballerías sólo se permitirán en la parte alta del Robledo a fin de que no se perjudique el arbolado de nueva plantación".

Igualmente, en diciembre de 1923 se aprueban cuentas: "Una importante sesenta y tres pesetas setenta y cinco céntimos por los jornales invertidos en la apertura de oyas en los paseos del Robledo para la plantación de arbolado que se satisfarán con cargo al Capítulo 3º".

En algunas fotografías antiguas de Hervás podemos apreciar lo que, pensamos, pudo ser el resultado de estas plantaciones:




Fuente: fotografías del fondo Francisco Gil Navas 
extraídas del Facebook Hervasenses

En el año de 1924, tal como se aprecia en las actas desde el mes de enero, se siguen pagando jornales por la plantación de árboles en el Robledo y paseos. Y en el mes de mayo sabemos que se pretenden plantar un número importante de acacias: "Dada cuenta de una comunicación remitida por la Jefatura de Obras Públicas de la provincia fecha nueve del actual concediendo cien plantones de acacias del Vivero del Estado en la Capital, previo depósito en la Pagaduría de Obras Públicas de cuarenta pesetas para gastos de saca y preparación, se acordó por unanimidad aceptar dicha concesión de árboles para su plantación en el interior de El Robledo en sus paseos [...]".

Siguiendo esta política de embellecimiento y plantación de árboles en estas zonas que se estaban peatonalizando próximas al núcleo urbano, en los últimos meses de este 1924 se debió tomar la decisión de la plantación de pinos en El Lomito. La primera noticia que tenemos nos indica que ya están realizándose las tareas previas a esta plantación. El acta de pleno municipal de 30 de noviembre de 1924, siendo alcalde Eduardo Cortés Amores, nos informa de que se han aprobado cuentas para el pago de la preparación de los terrenos que se van a plantar: "Una importante treinta y cinco pesetas por los jornales invertidos durante la última semana en las obras de apertura de hoyas para la plantación de árboles en El Lomito que se satisfarán con cargo a lo consignado para este objeto en el Capítulo 3º".

La plantación definitiva de pinos en El Lomito se desarrolló ya en el año 1925. Un acta de plenos del día 18 de enero de ese año es muy explícita en este sentido: "Consignado en el Presupuesto del ejercicio actual crédito suficiente para los gastos de adquisición de pinos y otras variedades de árboles con el objeto de repoblar los terrenos del Lomito, se acordó se dirija atento oficio al Sr. Ingeniero Jefe de Montes de este Distrito Forestal solicitando conceda a este Ayuntamiento cinco mil plantones de pinos procedentes del vivero que dicha Jefatura tiene establecido en Gata para la repoblación de un Monte público existente en dicho pueblo y si los concede, proceder enseguida a verificar referida plantación en dichos terrenos comunales del Lomito, satisfaciéndose los gastos que se originen con cargo al Capitulo 3º, Artículo 4º de referido presupuesto". A lo largo del mes de marzo (mes en el que, por cierto, se produce un cambio en la alcaldía de Hervás: Francisco Sánchez Peña sustituye al anterior alcalde, Eduardo Cortés Amores) en varias actas de pleno municipal se consignan partidas de dinero para pagar los jornales invertidos en la plantación de pinos en El Lomito.


Los Pinos de El Lomito. Fotografía antigua

Una última noticia procedente de actas de pleno municipal nos aparece ya a finales del año 1925 y se refiere a reposiciones de plantones perdidos. En la sesión de 27 de diciembre se indica que "se proceda a la reposición del arbolado de los paseos públicos existentes en el Robledo toda vez que se ha terminado de reponer los pinos que se habían perdido de los plantados en los terrenos del Lomito".    


Más allá de la información que nos aportan estas actas, tenemos alguna documentación complementaria procedente de la correspondencia que mantuvo el Secretario del Ayuntamiento de Hervás, Pedro Sánchez Sánchez, que sería el encargado de los trámites para la adquisición de los plantones, con responsables del Vivero forestal establecido en Gata

El día 3 de marzo de 1925, desde Gata remiten una carta indicando el importe del pago que debe hacer el Ayuntamiento de Hervás por la preparación y envío de los plantones:

          - Por ocho cajones                         19,00 ptas.

          - Por arreglo de los mismos           20,50 ptas.

          - Una arroba de heno                       1,50 ptas.

          - Sacos para envolver y otros         11,20 ptas.

          - Portes a Cañaveral                       29,00 ptas.

          - Preparación y arranque de los

             plantones                                        8,00 ptas.

             TOTAL                                           89,20 ptas.


Este documento nos permite, además, conocer la forma en que eran enviados los plantones desde Gata a Hervás: eran transportados hasta Cañaveral y, desde allí, eran embarcados vía ferrocarril hasta Hervás.

Una carta fechada el 11 de marzo nos confirma que se enviaron a Hervás, desde ese Vivero forestal de Gata, los cinco mil plantones solicitados:


Y en una nueva carta escrita el día 15 de marzo, se aconseja al Secretario del Ayuntamiento que, si se vuelve a hacer otra petición de pinos, se procure que las plantaciones se hagan en los meses de octubre o noviembre.

Finalmente, una carta en diciembre de 1925 nos confirma el envío de nuevos plantones para la reposición de los pinos perdidos. Desde Gata lamentan no haber podido enviar plantones de mayor tamaño.


Hasta aquí la documentación que disponemos sobre el tema, queda evidenciado que el pinar desde San Antón hasta la plaza de Nápoles, al que, además de los paseos habituales, los hervasenses acuden el día 17 de enero a festejar a San Antón, se plantó en 1925 y, por lo tanto, tiene en la actualidad 100 años de antigüedad.

Podemos completar la entrada con información breve sobre un elemento que acompañaba a todo este proceso de plantación de espacios en El Robledo y en El Lomito: bancos de piedra que, también, cumplen 100 años este 2025 y de los que, quizá con sucesivas recomposiciones, aún quedan algunos, fundamentalmente en la zona de El Túnel y, quizá, en el Parque Municipal.

En acta de la Comisión Permanente de 29 de junio de 1924 se indica: "Por el Sr. Lacruz Cormán se propuso la construcción de veinte bancos de piedra granito de dos metros de largo por sesenta centímetros de ancho y veinticinco de espesor, fijados en tres pies, también de cantería, al precio máximo de veinticinco pesetas cada uno, siendo de cuenta del contratista la colocación en los sitios que se le designen de los paseos del Robledo y explanada anterior a la Estación"


Bancos de piedra en la zona de las Cuatro Carreteras (años ´80)

Hay que esperar hasta noviembre de ese 1924 para tener más información sobre este tema de los bancos: por un acta de la Comisión Permanente del día 2 de ese mes conocemos que Aurelio Gómez Herrero se ha comprometido a la "construcción y colocación en los sitios que le designe el Ayuntamiento veinte bancos de piedra granítica sin defectos apreciables, por la cantidad de quinientas pesetas, o sea, a razón de veinticinco cada uno [...], siempre que el labrado de las piedras en la cara que sirve de asiento y frentes o bordes sea a pico fino y matadas las esquinas, que igualmente se labrarán a escoda para evitar el rozamiento de los vestidos de los que utilizan dichos asientos".

La información final sobre el pago de los bancos, con alguna variante sobre lo acordado con anterioridad, la tenemos en enero de 1925, cuando se acuerda:

"Seguidamente y por unanimidad también se acordó se satisfagan a Don Aurelio Gómez Herrero cuatrocientas cincuenta pesetas por los veinte bancos de piedra granítica a que se refiere el acuerdo tomado en la sesión de dos de Noviembre pasado relevándole de la obligación de colocarlos en los sitios que se le designaran, por lo cual se la rebajan cincuenta pesetas del importe total del compromiso que autorizó en 4 de septiembre anterior, aplicándose este gasto a lo consignado para reparación de paseos públicos en el Capítulo 3º, Artículo 4º del Presupuesto en ejercicio"



Bancos de piedra de El Túnel

Desconocemos la causa de esta variación en el pago: podemos, quizá, especular con que el tal Aurelio Gómez Herrero era cantero de Ledrada o Sorihuela (era frecuente la compra, por parte del Ayuntamiento, de granito para diferentes usos -enlosado, construcción de bancos,...- en estas poblaciones salmantinas) y que acordaran esta rebaja para evitarle un desplazamiento hasta Hervás ya que en nuestra población había canteros con suficiente experiencia -recuérdese a la familia Ginarte- para hacer el trabajo de colocación de los bancos.

En fin, nos hemos transportado en el tiempo cien años para acercarnos al arreglo (arbolado, bancos...) de espacios habilitados para el paseo y regocijo de la población hervasense. El último eslabón de este proceso -o un eslabón importante, al menos-, cuyas raíces hay que buscar en las ideas expresadas por las corporaciones municipales hervasenses de principios del siglo XX, sería, pensamos, la construcción del Parque-Jardín Municipal que ya hemos tratado en este blog y en otras publicaciones.

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DERECHOS: El texto de esta entrada en el blog TRASUNTOS DE HERVÁS II no ha sido nunca publicado tal como aparece compuesto en esta entrada del blog. La propiedad intelectual de dicho texto pertenece, por tanto, al autor del blog (Pedro Emilio López Calvelo -pedroemilio100@hotmail.com-).

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lunes, 20 de octubre de 2025

EL APRENDIZAJE DE ZAPATERO: LA "FORMACIÓN PROFESIONAL" EN EL SIGLO XIX

EL APRENDIZAJE DE ZAPATERO: LA "FORMACIÓN PROFESIONAL" EN EL SIGLO XIX


Copyright@2025Pedro Emilio López Calvelo

Esta entrada la vamos a dedicar a uno de los aconteceres diarios en la vida de un pueblo en la España del siglo XIX: no no referiremos, por tanto, a ningún acontecimiento histórico de los considerados "importantes", sino a un hecho de vida cotidiana

Por otra parte, mejor indicarlo desde el principio, el hecho que vamos a narrar no ocurrió en Hervás, sino que tuvo lugar en Aldeanueva del Camino… pero eso, particularmente porque se trata de un hecho de vida cotidiana, no debe importarnos mucho: sabemos que ocurrió en Aldeanueva del Camino porque lo hemos encontrado documentado en protocolos notariales de esta población, pero podía haber ocurrido en cualquier otro pueblo del entorno (Hervás, Baños, Abadía, La Garganta, …) o, en general, del país. Si no narramos un hecho similar ocurrido en Hervás es por la simple razón de que no lo hemos encontrado documentado, pero, seguramente, se dieran casos muy similares en nuestro pueblo.

La circunstancia que vamos a narrar se refiere al modo en que se realizaba lo que podríamos considerar como formación profesional hasta hace algo más de un siglo, antes de que este tipo de formaciones estuviera reglada y se impartiera en un centro educativo. En este caso nos acercaremos a conocer cómo accedía un chico a formarse como zapatero en una población rural de nuestra región (que, como hemos indicado, podría ser cualquier población). Indicar también que el documento al que haremos mención se refiere a la formación en un taller de zapatero, pero, de la misma forma, podría haberse tratado de cualquier otra profesión de las habituales en un pueblo de siglos anteriores (herrero, carpintero, cantero,...).

La casualidad -circunstancia, como hemos indicado muchas otras veces, muy habitual en la investigación histórica- hizo que nos encontráramos investigando en el Archivo Provincial de Cáceres unos protocolos notariales del escribano Santiago García, de Abadía, de 1830. En este caso se trata de una Escritura de Enseñanza de Oficio de Zapatero, que nos permitirá acercarnos, como hemos indicado, a cómo se producía una enseñanza profesional en siglos pasados (un tipo de enseñanza gremial que, por otra parte, tenía una larga tradición en nuestro país y había evolucionado muy lentamente; basta poner como ejemplo que se conserva un documento similar al que vamos a narrar en el cual un jovencísimo Diego Velázquez, en la ciudad de Sevilla a principios del siglo XVII, entra como aprendiz en el taller del pintor, que más tarde sería su suegro -algo también frecuente-, Francisco Pacheco).

Se trata de una escritura, fechada el 9 de julio de 1830, en la cual una vecina de Aldeanueva del Camino, Sinforiana Castellano “coloca” a su hijo Blas Rodríguez como aprendiz en el taller del maestro zapatero Manuel Martín.


Pero antes de acometer el análisis del documento notarial, creemos que es conveniente saber algo, unas pinceladas históricas al menos, de la Aldeanueva del Camino en la época en que se realizó este contrato de aprendizaje (de paso nos acercamos un poco al conocimiento de la historia de nuestro pueblo vecino). 

Debemos indicar que Aldeanueva del Camino, en el momento en que se realiza esta escritura notarial en 1830, no era un pueblo: eran dos poblaciones pertenecientes a partidos judiciales y a diócesis diferentes. Cuentan las crónicas históricas que en los tiempos de repoblación medieval tras la Reconquista cristiana del antiguo territorio de Al-Andalus, lo que hoy es Aldeanueva del Camino fue repoblada como dos localidades diferentes separadas entre sí por la antigua calzada romana que transcurría por este territorio: Casas de Aldeanueva en la zona de dominación castellana y Aldeanueva del Camino en la zona de dominación leonesa. Esta división territorial se correspondía con otra división religiosa: Casas de Aldeanueva, la castellana, quedó adscrita a la diócesis de Plasencia -también en lo territorial perteneció a la tierra de Plasencia-, en tanto que Aldeanueva del Camino, la leonesa, quedó adscrita a la diócesis de Coria -y en lo territorial era una pedanía de la villa de Granadilla-. 

A mediados del siglo XVIII, según nos permite conocer el Catastro de Ensenada, una de las fuentes más fiables de la época, el pueblo seguía dividido en dos lugares, pero no se utilizaban ya sus primitivos nombres, sino que ahora eran conocidos como la “parte de arriba” y la “parte de abajo” de Aldeanueva del Camino. Jurídicamente, ambos lugares habían pasado a la jurisdicción de Granadilla, en las tierras de los duques de Alba de Tormes, pero religiosamente el pueblo seguía separado en dos diócesis. La reforma territorial que se impulsó tras la muerte de Fernando VII hizo que ambos lugares se unieran definitivamente en 1834 -muy pocos años después de la redacción del documento al que nos referimos-: Aldeanueva del Camino quedó integrada en el partido judicial de Granadilla -que durante el Sexenio Revolucionario pasaría a ser el partido judicial de Hervás- y en la provincia de Cáceres. La división religiosa en dos diócesis, sin embargo, se mantuvo; hubo que esperar hasta 1959, tras la firma del concordato entre el Estado español y la Santa Sede, para que se llegue a un acuerdo unificador: Baños de Montemayor, que mantenía una división religiosa similar a la de Aldeanueva del Camino, se integró en la diócesis de Plasencia y Aldeanueva del Camino lo hizo en la diócesis de Coria-Cáceres ¹.


Entrando ya en el análisis del documento que venimos citando, en la primera parte del mismo tenemos una especie de “presentación” de los personajes que se comprometen en el documento, con fórmulas habituales en estos documentos oficiales -se respetará la grafía original del documento-:

Sépase como yo Sinforiana Castellano, vecina de Aldeanueva del Camino, jurisdicción de la villa de Granadilla, como madre y legítima administradora de la persona y vienes de Blas Rodríguez, mi hijo legítimo que es de quatorce años, otorgo por esta Escritura que por ella pongo al dicho mi hijo a aprendiz de oficio de Zapatero con Manuel Martín, maestro de él de la propia vecindad, para que lo enseñe por tiempo de tres años que correrán desde el día primero de agosto de este presente año y cumplirán en otro igual día del año de mil ochocientos treinta y tres.

De los protagonistas de este contrato de aprendizaje hemos podido encontrar algún dato complementario. En un censo de población, realizado en 1829, que aparece en el libro Dos pueblos que deben ser uno. Aldeanueva del Camino, 1829 escrito por el catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Extremadura, y nacido en Aldeanueva del Camino, Miguel Ángel Melón Jiménez, se incluye un listado de vecinos y habitantes de las dos partes de Aldeanueva del Camino en dicho año. Como vecina de la parte de arriba de la población, y reseñada como viuda y jornalera, aparece Sinforiana Castellano que tenía a su cargo a sus cuatro hijos: tres chicas (Rita, Antonia e Isabel Rodríguez) y un chico (Blas Rodríguez), nuestro aprendiz. Y como habitante (alma, tal como se expresa en el censo) de la parte de abajo de la población aparece Manuel Martín, del que no se indica su profesión, pero del se dice que es hijo de Francisco Martín ².

En el cual ha de servir a dicho Maestro en lo tocante a citado oficio dándole de comer y vever lo necesario y calzado dicho Maestro, tratándole bien y enseñándole dicho oficio con todas las circunstancias, abisos y documentos necesarios y como dicho Maestro lo sabe, sin reservarle ni encubrirle cosa alguna, así de práctica como de obra, haciendo que el dicho mi hijo lo use y ejercite por sus manos de suerte que no ignore cosa alguna de lo que debe aprender ni el dicho Maestro se la deje de enseñar en conformidad de las reglas y preceptos de dicho oficio y vajo las condiciones siguientes:”.

Fotografía antigua de Aldeanueva del Camino
Imagen del libro de M.A. Melón: Memorias de un mundo y crónicas del Valle del Ambroz (2005)

Como se aprecia de lo transcrito hasta ahora, en esta introducción se ha establecido la duración del tiempo de aprendizaje, que se ha calculado para el periodo de tres años -tiempo habitual en los aprendizajes gremiales-, se ha establecido también la manutención que percibirá el aprendiz por su trabajo en el taller: se ha establecido que correrán a cargo del maestro la comida, bebida y calzado, que vendría a ser algo así como la "paga" del aprendiz -no así el alojamiento en casa del maestro, cosa que no era infrecuente-; y se ha establecido con claridad el compromiso del maestro  por enseñar a su aprendiz todas las circunstancias y documentos del oficio, sin reservarle ni ocultarle conocimientos que deba aprender y se indica que los ejercite y use con sus manos: estamos hablando de teoría y práctica o, lo que es lo mismo, conocimientos teóricos y destrezas y habilidades manuales necesarias para poder desempeñar, después, el oficio de zapatero por parte del aprendiz.

Debemos suponer, por otra parte, el alivio que debió suponer para Sinforiana, además de ver a su hijo encaminado en una profesión de provecho, tener una boca menos que alimentar en aquellos difíciles tiempos ya que, seguramente, la manutención de sus tres hijas correría a su cargo hasta el momento en que éstas contrajeran matrimonio.

Las condiciones establecidas fueron las siguientes:

"1.- Primeramente, es condición que ha de estar el tiempo de los tres años referidos y de mi cuenta vestirle y darle cama y ropa limpia excepto el calzado que éste será, como se ha dicho a cuenta del Maestro".


Esta primera condición, la más sencilla, reincide en las condiciones de tiempo y manutención, quedando claro que será la madre la responsable de vestirle con ropa limpia y darle cama; es decir, que el aprendiz, en este caso, seguiría viviendo en el hogar materno (era frecuente, especialmente en las ciudades, que el aprendiz viviera en casa del maestro durante el periodo de aprendizaje; esta circunstancia hacía que tuviera gran contacto con la familia del maestro y que, como ocurrió en el caso del pintor Velázquez -que se casó con una hija de su maestro Francisco Pacheco-, se convirtiera en un miembro más de la misma familia... y como posible heredero del taller).

"2.- Que en dichos tres años y para citada enseñanza no ha de pagar cosa alguna al Maestro más que meramente el trabajo que le de mi referido hijo y si por el Maestro fuese despedido antes de cumplir los tres años no teniendo justos motibos para ello le a de pagar a mi hijo doscientos reales por cada año de los que faltaren para cumplir los tres años para buscar otro Maestro que le enseñe; y si mi hijo fuese el que se saliere de su casa sin motibo suficiente a juicio de Letrados y del Juez del Partido, será obligado del mismo modo a que cumpla el tiempo señalado o, en su defecto, le e de pagar doscientos reales cada año que faltase al tiempo estipulado".

En este segundo apartado se establecen las indemnizaciones en caso de incumplimiento del periodo de aprendizaje por alguna de las dos partes; si es el maestro el que, sin justificación, interrumpe su enseñanza se le penaliza con una cantidad en metálico proporcional al tiempo de aprendizaje restante; en caso de ser el aprendiz el que, igualmente sin justificación, cese de acudir al taller, en principio sería obligado a cumplir el contrato (o, finalmente, a pagar una indemnización al maestro).


"3.- Y últimamente, es condición que si el Maestro o mi hijo cayesen en cama enfermos, si la enfermedad fuese corta no se ha de descontar ni adelantar más tiempo que el prefijado; pero si fuese ya enfermedad larga que pase de dos meses, si es mi hijo el enfermo, le debolverá al Maestro otros tantos días o meses; y si fuese el Maestro y conceptuase que por su enfermedad no le es posible por lo enseñar, pueda mi dicho hijo salirse de casa y buscar otro Maestro que le acabe de enseñar, y sin que pueda reclamar cosa alguna uno ni otro de pago ni otra causa y lo mismo si fuese por muerte".

La última de las tres clausulas establece las condiciones que deben seguirse en caso de enfermedad, o, en el último extremo de muerte, de uno de los dos participantes en el proceso enseñanza-aprendizaje. 

El documento se completa con una serie de fórmulas de aceptación de lo comprometido y firma por ambas partes, la madre del aprendiz y, especialmente, el maestro, con la presencia de una serie de testigos:

"E yo, el dicho Maestro que presente soy a lo que dicho es haviendolo oydo y entendido, otorgo que lo acepto en todo y por todo, y que me obligo a guardar y cumplir quanto a mí me toca de la misma suerte que está contratado en esta Escritura, y para lo cual en caso necesario lo pongo por repetido; y para su firmeza y validación hambas partes obligamos el Manuel su persona y ambos nuestros vienes havido y por aver, dando poder a las Justicias y Jueces de S.M. competentes para que a lo referido nos apremien por todo rigor de derecho como por sentencia difinitiba, pasada en Juzgado y consentida, renunciando todas las leyes, fueros y derechos de nuestro favor con la general en forma.

En cuyo testimonio lo otorgamos así ante Santiago García, Escribano por S.M. del Número y Ayuntamiento de este lugar de Abadía en él y Julio cinco de mil ochocientos treinta. Siendo testigos Pedro Martín Mayor, Diego Berrocoso y Andrés Moras de esta misma vecindad a quienes y a los otorgantes yo el Escribano doy fe conozco. No lo firmaron los otorgantes porque digeron no saber, lo hizo un testigo a su ruego de que yo el Escribano repito la fe".        FIRMAS 

Aldeanueva del Camino
Imagen del libro de M.A. Melón: Memorias de un mundo y crónicas del Valle del Ambroz (2005)

El aprendizaje del oficio de zapatero, como el de otras actividades gremiales, estaba regulado y seguía una estructura bastante tradicional, basada en una serie de normas morales y de conducta.

El aprendizaje se hacía, como hemos comprobado, bajo la tutela de un maestro que era responsable de enseñar todos los aspectos del oficio al aprendiz -que debía obediencia total al maestro-, pero también de velar por su conducta. El objetivo final era que el aprendiz adquiriera una serie de destrezas y la comprensión global del proceso para elaborar y reparar el calzado, llegando a tener la pericia suficiente para convertirse en oficial y poder ejercer el oficio de zapatero, si era el caso, por cuenta propia (o convertirse en oficial en el mismo taller si era contratado como tal por el maestro).

Las tareas que eran encomendadas a un aprendiz de zapatero eran variadas: desde la limpieza del taller, la preparación de los materiales, el mantenimiento de herramientas u otras actividades auxiliares, para ir, poco a poco en su proceso de formación en el que aprendía el manejo de las herramientas específicas y el dominio de las técnicas fundamentales, incorporándose a la realización de actividades más complejas: preparación y corte del cuero, patronaje, elaboración de puntadas y cosido a mano, montaje sobre horma, acabado, remiendo y reparación, etc.

Como el que hemos visto, nos hemos acercado a una muestra de lo que podía ser, en economías y sociedades rurales, el desarrollo de actividades artesanales y los procesos de formación previos a la industrialización. Este modelo de actividades regidas aún por mentalidades gremiales perduraron en la España rural hasta bien avanzado el siglo XIX: las leyes del periodo liberal que sucedió a la muerte de Fernando VII, en este caso entre 1836 y 1837, terminaron con la estructura gremial del proceso productivo -y educativo en este caso- y se fueron adaptando, progresivamente, a otras circunstancias económicas, sociales y legales que imponían los nuevos tiempos.


Notas:

¹ Si quiere ampliarse un poco la información sobre la historia de Aldeanueva del Camino puede recurrirse a la socorrida información que aporta Wikipediahttps://es.wikipedia.org/wiki/Aldeanueva_del_Camino

² Melón Jiménez, M.A. (2004): Dos pueblos que deben ser uno. Aldeanueva del Camino, 1829. Diputación Provincial de Cáceres-Ayuntamiento Aldeanueva del Camino.

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jueves, 18 de septiembre de 2025

EL “EMPORIO” COMERCIAL CREADO DESDE HERVÁS POR ANICETO GARCÍA -2ª parte-

EL “EMPORIO” COMERCIAL CREADO DESDE HERVÁS POR ANICETO GARCÍA (principios del siglo XX) -2ª parte y fin-

Copyright@2025Pedro Emilio López Calvelo

Tal como indicamos en la entrada anterior, dedicada al comerciante hervasense Aniceto García Sánchez, esta entrada la dedicaremos a narrar algunas vicisitudes de los intercambios comerciales dentro del “emporio” de Aniceto García; en concreto nos centraremos en un episodio comercial que ocurrió hace algo más de un siglo, en el verano de 1911. Se trata de una pequeña muestra de este comercio internacional que desarrolló nuestro protagonista con diversos lugares del mundo (en este caso con Inglaterra y Francia) y, a la vez, de una muestra de cómo funcionaban los negocios en un tiempo donde no se disponía de ordenadores ni internet, ni tan siquiera de teléfono, y donde la confianza mutua entre los comerciantes negociadores era fundamental para el funcionamiento de los negocios.

Hemos conocido los pormenores de estas negociaciones comerciales que comentaremos gracias, ya lo dijimos también en la entrada anterior, al minucioso cuidado con el que Aniceto García guardaba toda la documentación de los negocios que llevaba a cabo (con todo tipo de notas de pedido, facturas, letras de cambio, cuentas bancarias, copiadores de cartas comerciales -a veces, como ocurre en este caso, con intervención de traductores necesarios para poder entenderse entre los comerciantes de distinta lengua-, etc.).

En 1911 Aniceto García debió plantearse una ampliación geográfica de sus mercados comerciales. Por lo que hemos detectado, era habitual pedir consejo al banco (en este caso al Banco Hispano Americano, con el que trabajaba frecuentemente) para que le dieran direcciones y le pusieran en contacto con posibles socios comerciales de garantía. Tras las sugerencias del banco, Aniceto García entró en contacto comercial ese año con la casa comercial francesa de Antonio Decugis (Halles Centrales – Casa de Comisión para la venta de frutas y legumbres) y con las casas inglesas de James Bradnum (Home, foreing and colonial produce) y H. Goodall Jr. (English and Foreing Fruiterer), a las cuales hará exportaciones de fruta durante ese año, en concreto, envíos de ciruela claudia. 

De estas casas comerciales, con la que más negocios realizó Aniceto García en 1911 fue con la casa inglesa de James Bradnum que tenía sucursales de mercado en Londres (en el mercado de Coven Garden) y, además, en las ciudades de Cardiff, Hull y Liverpool (de tal forma que las ciruelas claudias que Aniceto García enviaba a J. Bradnum vía Londres, llegaban después a los demás mercados ingleses).

Las primeras comunicaciones entre Aniceto G. y J. Bradnum son de toma de contacto y de establecimiento de las condiciones que regirían sus intercambios comerciales: y aquí es donde, como decíamos, debía establecerse una confianza mutua para el mejor funcionamiento del negocio común: el comerciante inglés recibía la mercancía sin un precio establecido, comprometiéndose a venderla en las mejores condiciones posibles, remitiéndole a Aniceto G. después la notificación del importe del beneficio del negocio y haciendo el pago bancario. En la primera carta, fechada el 5 de julio de 1911, Aniceto García se presenta al comerciante inglés indicándole que está vendiendo ciruelas claudias en la plaza de París y sugiriendo el envío a Londres de unas remesas de las mismas ciruelas “para venderlas por mi cuenta, abonándole la comisión que tenga estipulada para estos casos” ¹ y pidiendo consejos sobre la forma de realizar los envíos. 

El puerto de Londres en 1890. 
Foto: https://www.istockphoto.com/

La contestación no se hizo esperar y el día 9 de julio J. Bradnum contesta con una carta en la que dice admitir los envíos de ciruela (de las que debía haber bastante demanda en Inglaterra ya que eran exportadas, también, desde Murcia, Zaragoza y Lérida) y le explica detalladamente cómo debía realizar los envíos:

Embases: Se exporta la ciruela en Inglaterra, sea en cestas de 11 kg. netos (llamadas aquí sieves) o bien en cajitas y cajoncitos de 1 kg. las primeras y de 3 a 5 kg. los segundos. Las cajitas contienen 20, 40 o 48 frutos cada una, cada cajita lleva la marca y el número de ciruelas contenido. Estas cajitas vienen luego atadas en bultos de 10 o 12 cajitas, y en cada atado sólo se pone cajitas de un solo tamaño y marca […].

Modo de remitir: Las remesas tienen que ir dirigidas a mi nombre a Boulogne sur Mer (Norte de Francia) de donde serán reexpedidas diariamente sobre uno de los cuatro mercados donde estoy establecido, según las previsiones más favorables del momento sobre cada plaza”.

Aniceto García contestó también con rapidez y, en carta del día 14 de julio, le comenta al comerciante inglés que ese año la cosecha había sido bastante escasa por lo que debe venderse a un buen precio, que podría disponer de 2000 o 3000 kgs. de ciruela para la exportación y que, siguiendo sus instrucciones, podría hacerle el primer envío en diez o doce días.

En contestación del día 19 el comerciante inglés le indica el precio que tiene la ciruela procedente de otras zonas de España, le dice que 2000-3000 kg. es una disponibilidad pequeña de producto (ya que algunos otros productores con los que trabaja le envían hasta 2000 toneladas de ciruelas) y le insiste en el mucho cuidado que hay que tener en el embasado del producto, aconsejándole que se deje guiar por su experiencia como comerciante. 

Entre los días 2 y 4 de agosto, Aniceto García remite a J. Bradnum 23 y 25 bultos de ciruelas. En la correspondencia, además de felicitarse mutuamente por haber llegado a los acuerdos comerciales comunes, nuestro paisano le comenta lo costoso que es la recolección de la ciruela (muchísimo trabajo y gastos inmensos), la buena calidad y el alto precio a se están vendiendo éstas en España, rogándole se esfuerce en sacar el mayor beneficio posible. En las breves contestaciones de los albaranes el inglés le comunica que “la venta es buena. Continúe pues hace falta fruto gordo, aunque le especifica que procure enviar la fruta menos madura ya que alguna remesa ha llegado en malas condiciones al estar excesivamente maduras las ciruelas gordas y que se aplique en el empaquetado ya que, al ser fruta de buena calidad, podría venderla muy bien. Le comenta, también, por carta que el mercado está en buenas condiciones y pienso que continuará a serlo para el buen fruto, pues el de Francia, que ha faltado muchísimo de agua, es chico y de allí que falta fruto gordo sobre la plaza. Le indica el comerciante inglés que no dude en seguir enviándole remesas siempre que sea fruta de calidad y le vuelve a insistir en la importancia de cuidar el empaquetado: “Esmere-se en el embase: que el fruto de cada cajita sea todo de un mismo tamaño y limpio de color, es decir, que no tenga trazas de estar picado por el gusano. Por fuera, las cajitas tendrían que ir mejor marcadas […], indicando el número de frutos contenidos, es decir, más claro 16, 20, 40, 48. Es todo cuanto puedo decirle por hoy, repitiéndole de asegurarse de partidas de fruto gordo y bonito, que en esto está el éxito este año”.

Por carta de contestación de Aniceto García el día 5 de agosto sabemos el precio a que se estaba vendiendo la ciruela:caja de 20 ciruelas a 4 chelines y las de 40 a 10 y 8 respectivamente […]. Con estos precios creo podré salvar compensándome un poco sea el mucho trabajo que esto origina […]. Nada le digo, nada más que siga defendiéndome cuanto mejor el fruto por ir muy esmerado como Vd. ve

Por la correspondencia de esos días intuimos que las expectativas de ventas por parte del comerciante inglés eran altas durante esos días, aunque le advierte al comerciante hervasense, con precaución, la posibilidad de una bajada repentina de precios. 

Anuncio Revista Ferias y Fiestas, Hervás. 1951

Pero el optimismo en el comercio de estos primeros días de agosto de 1911 se va a ver repentinamente truncado por una circunstancia ajena a los dos comerciantes: en una carta del día 9 de agosto, el comerciante inglés avisa de una huelga que paraliza todo el tráfico de Londres, en vista de lo cual tendré que vender todo lo que llegue en Hull u otros mercados del Norte, por lo que le pide que mande mercancía más espaciada ya que está teniendo muchas dificultades para retirar la mercancía del puerto de Londres por interponerse los huelguistas”. Y procede a detallarle circunstancias de la huelga: En las estaciones del Sur, hay actualmente cerca de 50.000 bultos de todas procedencias que están en el mismo caso y lo peor es que muchas casas no tienen sucursales como yo sobre otros mercados, no pueden dar salida a sus mercancías, las cuales están pudriéndose demorando así en las estaciones. Hay esperanzas de que se normalize la situación dentro de poco porque esto no puede durar. La huelga ésta principió por los empleados de los docks -muelles-, extendiéndose luego con los carreteros y otros obreros de varias corporaciones: en total, se dice que hay en este momento unos 125.000 huelguistas, parando todo el tráfico en Londres, inmovilizando todo esfuerzo en favor de las mercaderías sufriendo retraso.

En carta del día 12 de agosto, el comerciante inglés le indica que ha podido retirar, bajo protección policial, los bultos que le había enviado Aniceto García (52 cajas de ciruela), pero le advierte que el fruto había sufrido mucho las consecuencias de no ser retirados a tiempo y que los mercados están totalmente desorganizados, por lo que el precio de venta no ha sido bueno: La huelga lo ha destrozado todo pues ha llegado todo el fruto cuasi podrido por haber estado varios días de más en camino o en las estaciones sin que se pueda retirar. No se sabe lo que va a pasar pues ahora los obreros de los ferrocarriles amenazan de declarar la huelga.

En cartas de los días 15 y 18 de agosto escritas desde Londres se expresa con claridad el desastre que se produjo con las frutas enviadas por Aniceto García: Le confirmo mi carta del día 12 y adjunto le mando dos cuentas de venta, sus remesas de 52 y 42 bultos, cuyos resultados son desastrosos, y lo siento mucho, después de haber hecho todo lo posible en defensa de sus intereses. [...] La remesa de 14 bultos se vendió ayer en Hull, en donde el mercado era mejor que en Londres […]. Perspectiva: Hay demanda para el buen fruto en buena condición de modo que puede Vd. seguir con fruto verde para que llegue bien a estos mercados. Yo procuraré hacerle recuperar la pérdida sufrida estos días pasados”; “Siento que los resultados por causa de la huelga solamente hayan sido tan malos, pues desgraciadamente sus dos remesas más importantes han llegado justamente en el peor momento y es una lástima. Como Vd. habrá visto, no le he contado comisión ninguna en la cuenta de venta para los 52 bultos, pues no he querido que todo lo pierda Vd. Estos malos resultados son desastrosos para todos, porque también yo he tenido reclamaciones y quejas que, más o menos, tendré que atender para no perder mis compradores

En una carta fechada en Hervás el día 16 de agosto, Aniceto muestra gran pesimismo por la operación y por el futuro de nuevos intercambios y le dice al comerciante inglés: "Crea Vd. que esto me ha desanimado por completo para lo sucesivo pues según le manifiesto en mi escrito del día 14, al contar con pocos medios de fortuna, esto me ha supuesto una pérdida total del negocio de unas 700 a 800 pesetas que me cuesta mucho trabajo subsanarlas [...], así es que si Vd. con su claro entendimiento en esta materia me aconsejara en alguna ocasión el trabajarlas con provabilidad de utilidades si me decidiera, en caso contrario creo desisto de esto. Si la castaña Vd. ve que no tienen tantas contingencias me decidiré, pero si Vd. viera que puede ocurrir lo mismo que con lo que nos ocupa, le agradeceré sus consejos quedándole altamente agradecido por este motivo".

Desde nuestra vista actual podemos pensar que 700-800 pesetas no es mucho dinero. Consultada la inteligencia artificial sobre la equivalencia actual de este dinero, ésta nos indica que las cifras pueden variar según el indicador adoptado (salarios, IPC,...), pero que estarían entre los 5500 y 6500 euros actuales: como se aprecia, una considerable pérdida económica la sufrida en por Aniceto García en esta experiencia comercial.

A pesar del desastre con la venta de las ciruelas claudias, el espíritu comercial prevaleció y el comerciante inglés se interesó por la calidad de las castañas de la zona (también habla de nueces frescas y secas) y le indicó a Aniceto García ciertas sugerencias para el envío de castañas a través de Vigo, por si estuviera interesado en continuar con sus intercambios comerciales. 

No hemos indicado cómo se hacía el transporte de la ciruela desde Hervás hasta Londres. Al parecer había un intermediario-comisionista en Irún (empresa Echeandía y Cía., empresa que le había sido recomendada por el Banco Hispano Americano): Aniceto García enviaba los bultos conteniendo las cajas de ciruela a la población de Hendaya por ferrocarril; esta empresa intermediaria se hacía cargo del envío y, previo pago de los derechos de aduana, los bultos eran enviados a la estación de la población francesa de Boulogne-sur-Mer, donde se hacía cargo de ellos el sr. J. Brandum (o algún agente suyo), que los distribuía entre sus sedes de Londres, Cardiff, Hull y Liverpool (y, también, por ferrocarril a París, como veremos, a casa del Sr. A. Decugis). Por otra parte, también sabemos que los pagos a Aniceto García los hacía el comerciante inglés a través de la intermediación de un banco francés (Comptoir National d´Escompte de París) que, después, abonaba las cantidades en el Banco Hispano Americano de Madrid, donde tenía cuenta bancaria Aniceto García. 

Hasta aquí llega la documentación que hemos encontrado de los intercambios comerciales entre Aniceto García y el comerciante inglés James Bradnum en 1911. Hay documentación, más escasa, de la continuidad de sus actividades comerciales en 1912 que fueron interesantes y un tanto diferentes ya que -según se deduce de la correspondencia- vino a Hervás, para colaborar en la selección y empaquetamiento de las ciruelas, el francés Fernando Laborderie, miembro de la empresa J.F. Laborderie et Fils (de St. Céré-Lot), amigo y colaborador de confianza del Sr. J. Bradnum. Al parecer, por lo que se deduce de la documentación, fue una estancia en Hervás satisfactoria y productiva, que complació a todas las partes implicadas en el intercambio comercial. 

Pero, como dijimos, Aniceto García mantuvo intercambios comerciales internacionales con otros países y otros comerciantes. Con el comerciante francés Antonio Decugis entró en contacto entre mayo y junio de 1911, en fechas aproximadas al contacto con J. Bradnum, estableciendo las condiciones de venta de ciruelas claudias, ciruelas que, como en el caso del comerciante inglés, fueron enviadas a Francia, por el mismo sistema que a Londres, en el mes de julio y los primeros días del mes de agosto, pero, por el alto precio de los gastos de transporte y la buena cosecha de ciruela en Francia, que hizo bajar los precios -según expresó el comerciante Sr. Decugis-, se detuvo la exportación días después. 

Ese mismo mes de agosto de 1911 un nuevo comerciante se puso en contacto con Aniceto García interesándose en la exportación de ciruelas, castañas, … se trata de la empresa H. Goodall Junior (English and Foreing Fruiterer) de Wolverhampton. Se conserva la documentación del contacto inicial mantenido, notificándose mutuamente las condiciones de venta de los productos, pero no tenemos constancia de que este contacto comercial fraguase en nuevos intercambios comerciales, ya que no hemos encontrado notas de envío y cartas de pago que los acrediten.

Hasta aquí las experiencias comerciales de Aniceto García en 1911 que nos habíamos propuesto narrar en esta entrada. Como se puede apreciar, todo un complejo comercial sorprendente -al menos desde los ojos actuales- para un laborioso comerciante ubicado en un pequeño municipio de una región fundamentalmente agrícola y ganadera en aquellos momentos. La documentación conservada en el archivo de Casa Chino es tan abundante y cuidadosa (y exigiría un análisis muy, muy detallado para conocerla en detalle) que desconocemos si hay constancia de intercambios similares en otras épocas (además de ésta que hemos tratado hoy de 1911): la que aquí hemos relatado llamó en seguida nuestra curiosidad y entendíamos, nos proporcionaba un ejemplo estupendo de este activo comercio hervasense durante sus casi cien años de pervivencia y, creíamos, podía ser de interés general (y, por eso, la hemos contando en esta entrada).

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Queremos terminar esta entrada incluyendo las imágenes de algunos membretes de cartas comerciales nacionales incluidas en el fondo documental de Casa Chino: bonitos membretes que nos aportan la información del amplio espacio geográfico que abarcaban las relaciones comerciales de Aniceto García.(Un membrete es el encabezado de un documento que contiene información relevante sobre el remitente. El membrete es una herramienta esencial en la comunicación comercial ya que no solo cumple con una función de identificación, sino que también contribuye a la construcción de la marca).













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DE INTERÉS sobre el texto de la entrada anterior: Miguel Ángel Comendador, nieto del comerciante Aniceto García, nos ha hecho llegar algunas precisiones y matizaciones sobre los datos familiares que incluimos en la entrada anterior. Además, nos ha indicado otras actividades de interés desarrolladas por su abuelo. Hemos hecho las modificaciones y añadidos adecuados a esas precisiones en esa primera entrada y, para su más fácil identificación, hemos dejado subrayados los aspectos modificados o los párrafos ampliados, pensando que así se facilita la identificación de los cambios para quien ya haya leído la entrada. Queremos agradecer a Miguel Ángel Comendador sus valiosas aportaciones.

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NOTA

¹ Todos los entrecomillados "..." de esta entrada se refieren a documentos (cartas, escritos, notas de venta, etc.) conservados en el archivo de Casa Chino.

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Queremos agradecer a Delfín Amador, propietario de Casa Chino -como ya indicamos en la entrada anterior-, que nos haya permitido la consulta de su fondo documental y su autorización para contarlo en este blog.

DERECHOS: El texto de esta entrada en el blog TRASUNTOS DE HERVÁS II no ha sido nunca publicado tal como aparece compuesto en esta entrada del blog. La propiedad intelectual de dicho texto pertenece, por tanto, al autor del blog (Pedro Emilio López Calvelo -pedroemilio100@hotmail.com-).

La reproducción total o parcial de este texto en una publicación o cartel deberá hacer constar con claridad su autoría, así como la referencia de la publicación en que hubiera sido previamente difundida por su autor. Su uso comercial y/o público queda supeditado a la expresa autorización del autor.

DE LOS PINOS CENTENARIOS DE HERVÁS: DESDE LA GLORIETA DE SAN ANTÓN A LA PLAZA DE NÁPOLES

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